Obedecí.
Relatos sexuales: En algún momento Lían cogió el ritmo adecuado y nos convertimos en dos maquinitas. Yo impulsaba las caderas y él recibía polla y se hacía con ella, avanzando y retrocediendo, con mucha saliva, adentro y afuera, más adentro que afuera, adentro, adentro y afuera por necesidad, otra vez adentro. En algún momento fue “afuentro y aduera” pero lo corregimos con un golpe de caderas la primera vez y con un atragantamiento de rabo la segunda. Le follé la boca a placer, embistiéndole verga hasta la traquea. El pobre estaba tan necesitado de carne que recibía mis estocadas con mal disimulada alegría, al tiempo que se pajeaba a toda velocidad.
Cuando empezó a tragar hasta la empuñadura y puso los ojos en blanco comprendí que se aproximaba el final. Le pasé las manos por la espalda (hasta donde llegaba) para…
Acrecentar su clímax
Empecé a abrir y cerrar el ano para propiciar mi propia corrida.
Mamó más profunda y profusamente. La saliva se le escurría por ambos lados de la boca y seguía fabricando más, completamente enajenado. Tragando, tragando. Mi polla parecía lo más rico que hubiera probado. Se relamía, se atragantaba, se volvía a relamer y luego se golpeaba en la cara una y otra vez con mi verga mojada. Me alegré de que por fin a alguien se le fuera la pinza comiéndose mi polla. Por triste que suene, eso aumentó bastante mi autoestima.
Su mano aceleró el pajote, su boca se afanó más, tragando, tragando, tragando, sus rodillas se separaron, se iba a correr, tragaba, tragaba, apreté el esfínter, lo solté.
Se tragó mi polla hasta rozar con la barbilla mis cojones
Y mantuvo ahí, mantuvo, pajeándose enfebrecido con la boca llena a rebosar, mantuvo, mantuvo, le sujeté la cabeza, la metí más adentro, se dio más caña, ya, ya, se iba a correr, se corría, apreté, solté, me venía, me iba a correr, la boca llena, la saliva goteando, los huevos rozando todavía su barbilla, mis manos sujetando su cabeza, toda mi polla oculta, su mirada perdida, se corría, se convulsionó, me convulsioné, ya, ya, yaaaaaaa.
Su primer chorro de leche espesa en el suelo de la cocina
Mi primer trallazo de esperma directo a su garganta, el clímax, lo mantuve agarrado, soltando la lefa adentro, adentro, su leche salía a borbotones, la mía le entraba, adentro, más adentro, empieza a tragar mi leche, le doy más, no paro de darle, se saca mi verga y recibe los últimos disparos en la lengua, se relame, vuelve a metérsela hasta rozar de nuevo mis cojones y sale de nuevo, chupando, recogiendo todo por el camino, dejándomela limpia. Mi polla pierde algo de fuelle y aprovecha para hincársela más dentro y
Disfrutar del tacto de mis cojones
contra su labio inferior. Disfruta, disfruta, disfruta…
Fue fantástico.
Lástima que el día acabara mal.
Estábamos todos, caída ya la noche, viendo la tele en el salón de Lían. La noticia llegó por teléfono y nos pilló completamente desprevenidos. Fue como el equivalente nuclear a recibir un jarro de agua fría.
Habían encontrado a Néstor en un descampado cerca de su casa.
Muerto.
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